18 de mayo 2025
Evangelio de Juan 13. 31-35: quinto domingo de Pascua
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará». Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».
Reflexión
Siento en mi corazón esas palabras de Juan 13. Es como si Jesús me hablara directamente, en ese momento tan crucial. «Ahora es glorificado el Hijo del hombre…» Me maravilla cómo ve más allá del sufrimiento, cómo encuentra la luz en la entrega total. Me da esperanza pensar que incluso en mis propias oscuridades puede haber una chispa de esa gloria divina.
Y luego, ese mandamiento nuevo… «Amaos como yo os he amado». No es una simple instrucción, es una invitación profunda a transformar mi corazón. Cuando me detengo a pensar en cómo Jesús amó, sin reservas, hasta el extremo, me doy cuenta de lo lejos que a veces estoy de ese ideal.
Es un espejo que me confronta. ¿Mi amor es egoísta, buscando mi propia comodidad, o se derrama hacia los demás con la misma generosidad que Él mostró? ¿Reconocerían en mí a un seguidor de Jesús por la forma en que amo, incluso a aquellos que me resultan difíciles?
Siento que este mandamiento es el centro de todo. No se trata solo de palabras, sino de acciones concretas, de gestos de bondad, de perdón, de paciencia. Es un camino que se recorre día a día, tropezando y levantándose, pero siempre con la mirada puesta en ese amor incondicional que Jesús nos legó.
Que mi corazón se abra cada vez más a amar como Tú amaste, Señor. Que mi vida sea un reflejo de ese amor que transforma y que da testimonio de tu presencia en el mundo. Que así sea.
J. Carlos López