Evangelio: V domingo de Cuaresma

6 de abril de 2025

Reflexión

En este domingo de Cuaresma tenemos para reflexionar el Evangelio de San Juan 12, 1-8.

La cena que se lleva a cabo en honor a Jesús suscita diversas opiniones: algunos creen que es en agradecimiento por la resurrección de Lázaro, mientras que otros dicen que se debe a la curación de Simón el leproso, mencionada en Mateo y Marcos. Es probable que ambas razones confluyeran.

Asimismo, podríamos preguntarnos sobre el lugar: ¿se dio en la casa de Simón, mencionada tanto en Mateo como en Marcos, o en la casa de Lázaro y sus hermanas?

Sin embargo, el propósito de los evangelios no es distinguir la razón ni el lugar, sino destacar lo esencial del relato. Y lo esencial es la mujer y el acto trascendental que ella realiza.

Pues en Mateo 26, 13, Jesús mismo hace una declaración ante los presentes sobre el acto y la memoria de la mujer, que trascenderán a todos los tiempos: “En verdad os digo que dondequiera que se proclame este evangelio, en todo el mundo, también se hablará de lo que ella ha hecho, para memoria suya”. ¡Jesús le otorga una relevancia universal, que trasciende las limitaciones culturales y temporales! ¡La eleva del anonimato a la memoria eterna!

Se resaltará la acción de la mujer y la reacción de Jesús, así como la impulsividad de Judas.

En el Evangelio de Juan se nos dice que la mujer se llama María, la hermana de Lázaro. Destaca la profunda devoción y generosidad de su acción. Ella derrama una gran cantidad de “perfume de nardo”, que era muy valioso, lo que explica la reacción de Judas, quien critica el desperdicio del perfume y deja aflorar su propio egoísmo y avaricia frente al acto cariñoso y generoso de María.

Es importante recordar que en la sociedad y cultura judía de aquella época las mujeres eran marginadas y relegadas cultural, social y religiosamente. Ellas no podían ser protagonistas de nada; eran los varones quienes accedían a la revelación y a la devoción, especialmente en el templo. La mujer era educada para permanecer callada y reservada, pues el contacto cercano con un varón fuera de su familia atentaba contra su pudor ante los demás y sería para los hombres allí presentes un escándalo ver cómo una mujer se soltaba el cabello en público y, menos aún, que enjugara con él los pies de un varón.

Sorprendente y revolucionaria escena la de María, quien, lejos de ser sumisa, esconderse y permanecer en silencio, rompe los moldes tradicionales de la cultura y toma la iniciativa ante las miradas de asombro e incomodidad de todos. Judas, por su parte, representa el rol masculino de incomodidad y desaprobación que se esperaba.

Sin embargo, Jesús subvierte los valores culturales al valorar y validar el acto de María, dándole un significado profundo a su acción. Su defensa muestra un reconocimiento de su valor y su devoción, independientemente del género. Como es común, la ética de Jesús se basa en la inclusión de las personas marginadas.

Con su aceptación del acto de María y la interpretación de que había guardado el perfume para el día de su sepultura, Jesús eleva la acción de esta mujer a un nivel de importancia profética: “Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura” (v. 7b). Jesús le da un nuevo valor a la mujer y a sus actos en una sociedad que la relegaba y la marginaba. El texto desafía la exclusión de las mujeres de los roles de liderazgo y participación religiosa y pública.

También agrega un punto distintivo, al que se le ha prestado poca atención: la mujer (María) parece poseer un conocimiento de la inminente muerte de Jesús. Su acto de ungirlo con perfume costoso adquiere un significado especial a la luz de las palabras de Jesús sobre su sepultura. Esto trasciende la comprensión ordinaria y es una característica distintiva de los profetas.

Es un acto simbólico, cargado de significado; la forma común en que los profetas transmiten sus mensajes. Además, la valentía de esta mujer para actuar en contra de las expectativas sociales refuerza su papel como profeta.

Y nos deja claro Jesús que la profecía no está limitada por el género. El reconocimiento y valor profético de la mujer es elocuente y demuestra que las mujeres poseen una sabiduría espiritual única y necesaria.

En definitiva, María invita a las mujeres de hoy a confiar en su propia intuición y a alzar su voz para compartir sus perspectivas, dones y talentos. María es un referente de valentía que inspira a desafiar las normas injustas y a luchar por la igualdad de oportunidades y la justicia. Podemos decir que María refleja a una mujer empoderada, por ello te digo a ti, mujer, que tú misma puedes ser un referente de cambio en la sociedad, tú misma nos puedes enseñar la verdadera devoción, la que triunfará sobre el egoísmo y la avaricia. Y a nosotros, los hombres, y más aún a los cristianos, solo nos cabe tener el perfil de Cristo. Y cuando las normas sociales y religiosas sean injustas y atenten contra los valores fundamentales de todo ser humano, deben ser desafiadas.

Gracias por vuestra atención. Dios nos bendiga.

Rvdo. P. Josean J. Rojas

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