II Domingo de Navidad

Juan 1. 10-18

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la palabra el padre José Antonio J. Rojas

En estos primeros dieciocho versículos del Evangelio de Juan, encontramos el «prólogo» a todo su evangelio. Algunos teólogos dicen que esos versículos son un “Himno a Dios encarnado”.

Y a pesar de su carga cristológica y teológica no os hablare de ello, más bien lo que deseo es compartir con vosotros y vosotras, es una reflexión y saborear lo que nos dice el texto con objetivo de hacer de ello oración.

Fotografía del Universo
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria

Nada más iniciar el primer versículo comienza a describirnos la relación del Verbo, manifestando «al principio»: nos traslada al pasaje de la creación del Génesis, es decir, que toda la obra creadora que se describe en el Génesis, fue hecha por la Palabra creadora de Dios. Es precisamente lo que aquí se va a decir del Verbo.

El Verbo es Hijo eterno que estaba y está con Dios Padre, y por Él fueron creadas todas las cosas. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres, Luz que en las tinieblas resplandece.

El evangelista también nos manifiesta el testimonio de Juan el Bautista, que era testigo para que creyesen en Cristo, Luz que alumbra a todo hombre, pero el mundo no le conoció; fue a los suyos y estos no lo recibieron, sin embargo, los que creen en Él son hechos hijos de Dios, por la voluntad de Dios.

Algunos teólogos dicen que esos versículos son un “Himno a Dios encarnado«

El verbo de Dios hecho carne habito entre nosotros: la historia de la Salvación pasó, del tabernáculo como símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo, a la presencia real de Dios entre nosotros.

La imagen y el perfil de Dios, es la imagen y el perfil de Cristo. En él está la gracia y la Verdad. Dios, por amor a todos los hombres, dio a su Hijo único para que viviéramos por medio de Él.

En definitiva, solo repetir lo que dice el Evangelio en este capítulo en su versículo 14:

«La Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria»

Ojalá que la Paz, el Bien y la Gracia de nuestro Señor este nuevo año estén con ustedes.


Oración para la semana:

Oh Eterno Señor Dios,

que has traído a tus siervos al comienzo de otro año:

perdona, te suplicamos humildemente,

nuestras transgresiones pasadas,

y permanece bondadoso con nosotros todos los días de nuestra vida;

por Jesucristo nuestro Señor. Amén

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