La Palabra de Dios

Sábado Santo, víspera de Pascua

Juan, 19. 38-42

Jesús es sepultado

Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

Cuadro que representa el entierro de Cristo del pintor Sisto Badalocchio


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra el padre Juan Carlos González.

Cuando un cristiano visita el Santo Sepulcro de Jerusalén puede sentirse un poco conmocionado. Es posible que le cueste entender que todo pueda estar tan junto, la Roca del Calvario, la Piedra de la Unción donde se preparó el cuerpo de Jesús para el enterramiento judío, la Edícula o Santo Sepulcro propiamente dicho, la Tumba cueva de José de Arimatea, la Capilla de las Cruces de Santa Elena y otros detalles en los que no entro.

Imagen de un sepulcro vacío con una túnica en el lecho de reposo caído sobre el suelo

Todo esto se visita con la omnipresencia militar del país y con un constante desfilar de católicos romanos, ortodoxos griegos, armenios, sirianos, etíopes coptos, cada cual con su indumentaria, lengua y liturgia. Tampoco el Santo Sepulcro es un lugar silencioso, pero sí que lo es fervoroso.

En todo este caos a la razón quiero reflexionar sobre el recorrido que nos aporta Juan. Jesús, como humano, murió en este mundo y fue como todos nosotros una persona sujeta al dolor y a la muerte. En su plan de salvación no estuvo nunca librarse de esa dureza humana. Tal situación lo hizo ser más humano si cabe.

Como era la tradición judía descolgaron el cuerpo de Jesús y lo llevaron a un sepulcro cercano, lavaron el cuerpo y lo cubrieron con un sudario para seguir el ritual. Es algo muy claro que, ante esta acción, las mujeres discípulas y los pocos discípulos que acompañaron a Cristo en su final, no pensaran en la resurrección, tal vez entendieran lo que le oyeron al maestro como algo metafórico, pero clarísimamente no lo entendieron. Así que sepultaron a Jesús, como uno más que deja su vida en la tierra.

Cuando en mis visitas al Sepulcro intentaba revivir el momento del cuerpo inerte del Redentor en el suelo o sobre una lápida, debo deciros que me costaba mucho, es más, me resultaba en el caos litúrgico del lugar, casi imposible.

Sin buscarlo, di un día con una clave que me dio mucha luz. Uno de los sitios más silenciosos tras el Monte de los Olivos es la casa de Marta, María y Lázaro. El relato de como lloró Jesús por su amigo muerto, me resulta muy emocionante siempre, juntamente con la reflexión del pueblo al verle llorar de “como le quería”. Justo detrás de esta iglesia y casa, casi oculta entre zarzales, hay un antiguo cementerio de la época de Jesús y, tal vez, alguna de aquellas tumbas fue la que ocupó Lázaro. Una persona agachándose un poco puede acceder dentro de alguno de los sepulcros y obtener la experiencia de verosimilitud con la época de la muerte de Cristo. Recuerdo que cuando llegue al fondo me gire y veía el exterior en una entrada redonda que era la que se cerraba con una piedra como las redondas de nuestros molinos.

Desde el interior sobrecogido contemplaba una parte del muro actual, unos árboles bellísimos y al fondo Belén. Aquel no era el Santo Sepulcro, pero si una tumba desde la que pude entender que la muerte de Jesús tuvo y tiene sentido y que su sepultura me hizo comprender lo finitos que somos.

Necesitamos, en este caos, recordar siempre tu redención eterna e irrepetible. ¡Gracias Señor, por ser en esto tan humano!


Oración de colecta

En lo más profundo de nuestra soledad
clamamos a ti, Señor Dios,
da luz en nuestras tinieblas
y sácanos de la prisión de nuestra desesperación,
por Jesucristo nuestro Señor.

Comparte