Domingo antes de Cuaresma

La Palabra de Dios

Mateo 17. 1-9

Seis días más tarde, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra Francis Ortiz, Guardián de San Jorge

Traemos hoy una fascinante reflexión sobre una transfiguración de Jesús de Nazaret. Mateo nos ofrece aquí un puente entre el antiguo y el Nuevo Testamento y nos da la pauta de la ternura de Jesús.

Ilustración que representa la Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo
La Transfiguración

Estamos ante un episodio de manifestación de una visión. La recibe Jesús en primer lugar, y se irradia a Pedro, Santiago y Juan. La potencia de la visión les comunica, según sus palabras, una gran paz de espíritu: “Señor ¡qué bien estamos aquí!” La manifestación trascendente continúa en forma de nube luminosa y ominosa. Los discípulos caen de bruces, aterrados de miedo. Es tan inefable la potencia de la visión, que abruma a estos testigos de la Maravilla.

Dentro de la escena anterior sentimos un llamado, una apelación. Se dice “escuchadlo” para colocar ante las gentes a Jesús como Hijo del hombre, a Jesús como Enviado del Señor. Quizá aquí nos valga una cita coránica donde es Abraham quien habla: “Mi Señor, muéstrame cómo devuelves la vida a los muertos”. El dijo: ¿es que nos has creído? Abraham dijo: Claro que sí, pero pregunto esto para tranquilidad de mi corazón”.

¡Señor, qué bien estamos aquí!

Desde lo alto del monte, lugar que siempre en las distintas religiones es un maqam o morada espiritual, Jesús nos habla con el corazón y nos conforta. Su mensaje es de dulzura y hace que los discípulos participen de la belleza de lo que está ocurriendo, es decir, de esa transfiguración. Pero al mismo tiempo les previene: “No contéis a nadie esta visión”.

Sabiamente Jesús les pidió a sus discípulos que no hablaran de su visión hasta después de su resurrección. Ella fue la confirmación final de su servicio y compasión. De este modo se fortalecería la fe de aquellos que como Abraham no vieron la visión pero necesitaban tranquilidad en su corazón.


Oración de la semana:

Dios Todopoderoso,

danos reverencia por toda la creación

y respeto por cada persona

para que podamos reflejar tu semejanza

en Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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