Cristo Rey

La Palabra de Dios

Lucas, 23. 33-43

Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra Pedro L. Rodríguez

En el evangelio vemos a Jesús que padece y sufre, en los momentos de su agonía, las burlas y demás escarnios que le infligen los soldados y personas que allí están presentes, incluida la jerarquía religiosa.

Jesús no se defiende, Él está en silencio, un silencio que le conecta con Dios. Él sabe que el Padre le dará la fuerza para aceptar toda aquella humillación y dolor, y que en todo momento estará con Él.

Ilustración que representa la crucifixión de Jesús

Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 

Quizás a nosotros, al igual que a las personas que allí estaban, nos resulte difícil aceptar que el Hijo de Dios no fuese capaz de salvarse, que Dios no evitase el dolor y sufrimiento de su hijo.

Pero el malhechor que está colgado a su lado, en un momento tan dramático, descubre la Fe en aquel crucificado que estaba en el centro y le dice:

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Este delincuente ha visto que «Hay tres hombres en la cruz: uno que  da la salvación, otro que la recibe, un tercero que la desprecia. Para los tres la pena es la misma, pero todos mueren por causa distinta (S. Agustín)».

La causa de Jesús es el amor a la humanidad, a los más marginados, los desahuciados y abandonados de la sociedad.

Por ello, la Iglesia hoy también recuerda de forma especial a los sin techo; personas que no tienen un lugar donde reclinar su cuerpo cansado y vivir con dignidad.

Trabajemos como hermanos, para ser testimonio de los valores del Reino: entrega y amor a los más desfavorecidos.


Oración para la semana:

Dios Padre,

ayúdanos a escuchar la llamada de Cristo Rey

y a seguir en su servicio,

cuyo reino no tiene fin;

porque él reina contigo y con el Espíritu Santo,

un solo Dios, una sola gloria. Amén.

Comparte