I Domingo de Cuaresma

La Palabra de Dios

Mateo 4. 1-11

Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. 

El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». 

Pero él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». 

Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». 

Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». 

De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». 

Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». 

Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra el padre José Antonio J. Rojas

Teológica y pastoralmente podíamos hablar mucho sobre este capítulo del Evangelio de san Mateo, denominado Las tentaciones de Jesús.

Prefiero aportaros una breve reflexión sobre lo que acontece a Jesús, porque estoy segurísimo que también nos ocurre o nos ha ocurrido en nuestra propia vida.

Aquellas tentaciones sufridas por Jesús son muy actuales:

¿Quién no ha sufrido de egoísmo, soberbia y poder?

Jesús al principio de su misión se miró a sí mismo y vio las tentaciones que le impedirían llevar a cabo su misión, y las rechazo.

Por ello os invito a que os observéis. Posiblemente os percatéis de que tenéis cosas que os impiden ser lo que deberíais ser, como personas y como cristianos.

Pintura que representa una delas tentaciones de Jesús
Las Tentaciones de Jesús

Miremos nuestro corazón, y como Jesús, rechacemos lo que nos atenaza, lo que nos mantiene tibios e indiferentes, para que como Él, las podamos rechazar, para que como Él, podamos servir y amar a Dios y a los hermanos.

El Espíritu Santo, también hoy nos conduce a cada uno de nosotros al desierto.

La Cuaresma es para nosotros el tiempo propicio para mirar dentro de nosotros mismos y rechazar lo que nos impide ser verdaderamente ser coherentes con el Evangelio.


Oración de la semana:

Padre Celestial,

tu Hijo luchó contra los poderes de las tinieblas,

y creció más cerca de ti en el desierto:

ayúdanos a aprovechar estos días para crecer en sabiduría y oración

para que demos testimonio de tu amor salvador

en Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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