I Domingo de Adviento

La Palabra de Dios

Mateo, 24. 36-44

En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, sino solo el Padre.

Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.

Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra el padre José Antonio J. Rojas

Hoy comenzamos el ADVENIMIENTO, llegada… del Señor. Es este tiempo de oportunidad, reflexión y preparación, donde se nos ofrece dos mensajes paralelos, por un lado, la urgencia de tomarnos en serio la vida, y por el otro se nos manifiesta que es Dios el que ilumina, y nos ayuda en el caminar de la vida. Recuerda que somos peregrinos hacia la luz de Cristo, no te quedes dormido.

El elemento común en los textos bíblicos para los próximos cuatro domingos es la Esperanza para vivir el presente.

En este primer domingo de Adviento la Palabra de Dios nos dice:

.- Isaías, que invitaba a sus contemporáneos y nos invita hoy a nosotros pese a todas las situaciones, dificultades y problemas sociales y pese a todas las tragedias humanas debemos mantenernos firmes en Dios. Se nos invita a que seamos personas de esperanza y justicia, pues es nuestra responsabilidad preparar un futuro de paz y de luz. Isaías 2. 1-5

.- San Pablo en su epístola, decía a los romanos y nos dice a nosotros ¡despiértense ahora!, nos recalca la urgencia de despertarnos y de vivir la vida de Cristo.

San Pablo nos dice que dejemos el ropaje viejo es decir las manías, ideas, y obsesiones, costumbres y rutinas, que son instrumentos de la noche y nos bloquean el acceso a Dios, o nos separan de los demás. Tengamos una vida coherente con nuestra fe, conforme al Evangelio, es decir estar revestidos de Cristo.

11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.  Romanos 13. 11-14

Fotografía de una vela encendida encima de una base de madera

.- Y en san Mateo se nos dice, que estemos despiertos para darnos cuenta del momento que vivimos, pues nos pasan y hacemos muchas cosas cada día… pero nos falta tiempo para «digerirlas», meditarlas, aprender de ellas, y tomar las decisiones oportunas.

Hoy el evangelio nos advierte: si el encuentro no se produce es porque seguimos dormidos. Por eso, hay que leer toda la Biblia, todo el Evangelio, y entender todo el mensaje. Cada pasaje es una parte. Dios es juez, sí, y Padre, y Médico, y Luz, y Pastor, y Agua, y Pan … Si tomamos una sola de esas explicaciones, con exclusión de las demás, mutilamos el Mensaje. Por tanto, hemos de leer el mensaje completo: la importancia de la vida, la urgencia de volvernos a Dios, la necesidad de salvar la vida, de no tirarla. Y, para todo eso, contamos con el Señor que viene, no para castigar, sino para iluminar. Mateo 24. 36-44

Es curioso que la semana pasada el escuchábamos como san Lucas nos narraba, que junto a Jesús crucificado había dos personas más y uno de ellos decide en sus últimos momentos de vida acoger a Jesús y después de corregir a la otra persona, suplica a Cristo que se acuerde de él, y Jesús le dice que “estarás con Él en el paraíso”.

Esa persona estuvo atenta a la realidad, corrigió lo incorrecto de la otra persona y con ello se encontró la salvación.

Cualquier momento es bueno si estamos vigilantes y preparados la oportunidad se nos presenta para descubrir la presencia de Dios, al igual que lo descubrió aquel malhechor en la cruz.

La salvación que Jesús nos propone no está condicionada por circunstancias externas, aún en las situaciones más adversas, está siempre a nuestro alcance en cualquier instante de la vida puedes acoger y dejar nacer en tu corazón a Jesús. Solo que tienes que estar vigilantes y preparado.

Tengamos una vida coherente con nuestra fe, conforme al Evangelio, es decir estar revestidos de Cristo.

En definitiva hoy en la palabra de Dios se nos invita a velar y estar preparados para la llegada del Señor. Las advertencias del Evangelio deberían generar alegría, y no miedo ni angustia; porque, como dice el profeta Isaías, avanzamos hacia la luz del Señor, nos encaminamos no hacia un final destructivo, sino hacia un tiempo de salvación en el que hay paz y convivencia fraterna. Por eso mismo el salmista nos invita a estar alegres y alabar a Dios mientras peregrinamos a la casa del Señor, y san Pablo, a llevar un estilo de vida propio de los hijos de la luz.

Gracias por vuestra atención ojala Dios nos ayude en este camino de preparación para acoger a Cristo en nuestro corazón.


Oración para la semana:

Dios todopoderoso,

mientras tu reino amanece,

haz que pasemos de las tinieblas del pecado

a la luz de la santidad,

para que estemos preparados para encontrarte

en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Amén.

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