La Palabra de Dios

XII Domingo después de Trinidad

Lucas 14. 25-33 

Lo que cuesta seguir a Cristo

Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo:

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.

¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.

Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra Salvi Melguizo

Realmente la Biblia tiene eso, que lees trocitos fuera de contexto y te quedas sin palabras, sin respuesta, sin saber ni qué decir, y hasta dudando de si sí o si no.

Menos mal que el Evangelio tiene soluciones para todo y para todos.

¿Aborrecer a nuestros padres? ¿a nuestras hermanas? ¿a nuestros hijos e hijas? ¿cómo se puede entender esto?

No cabe la menor duda de que la exigencia de Jesús para que las gentes fueran discípulos de él, era enorme.

Tal vez tan enorme que pueda llegar a ser confusa.

Pero yo me atengo al cuento de esos dos frailes que discutían si se debía o no fumar cuando se oraba o no.

Y vaya por delante que yo no fumo.

Uno de ellos preguntó al padre abad:

¿se debe fumar cuando se reza?

La respuesta del abad fue:

¡de ninguna manera!

Entonces el otro fraile preguntó:

padre abad, cuando fumo, ¿puedo rezar?

Y el abad respondió:

¡por supuesto que sí!

Parece que podría ser compatible ser discípulo de Cristo sin aborrecer a nadie ¿no?

En lo que sí estoy a cien por cien de acuerdo es en las metáforas que viene más abajo del texto:

¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?

A cuantas de nosotras no nos ha pasado que, llevadas por la ilusión, las ganas, las emociones, ¿no nos hemos dejado llevar por lo que nos gustaría que fuera y no por lo que podemos llegar a conseguir?

Imagen que representa a Jesús con la cruz a cuestas

Implicamos a amigos, contagiamos la alegría de esa nueva torre a construir, buscamos socios, pero no calculamos costes, ni económicos ni emocionales.

No ajustamos nuestras posibilidades, nuestra disponibilidad.

Dejamos en manos de otros la responsabilidad, el esfuerzo, ¿y para qué? ¿para nuestro propio lucimiento personal?

Pero como dije antes, esto tiene un coste y no bajo.

Jesús nos enseña a manejar nuestras acciones controlando y diseñando al máximo para poder lograr nuestro objetivo.

¿Qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.

Eso se llama hacer un recuento de fuerzas para saber con qué podemos trabajar, con qué podemos avanzar.

Trabajando bien, con sentido común, así funcionaron los padres de la Iglesia cada cual a su manera hasta llegar al día de hoy.

Si los tiempos cambiaban, ellos cambiaron, así como nosotros debemos cambiar y adaptarnos a la sociedad que nos toca vivir, con amor, respeto, tolerancia y fraternidad a nuestros semejantes.


Oración para la semana:

Dios de la misericordia constante

que enviaste a tu Hijo para salvarnos:

recuérdanos tu bondad,

aumenta tu gracia en nosotros,

para que crezca nuestro agradecimiento,

por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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