III Domingo antes de Cuaresma
La palabra de Dios
Mateo 5. 13-20
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Reflexión
Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra Abelard Durá
Luego de las bienaventuranzas en el Sermón del monte, Jesús les dice a Sus seguidores que las personas que reciben las bienaventuranzas son importantes “Vosotros sois la sal de la tierra” pero a su vez esta importancia reside la labor encomendada “Y alumbra a todos los que están en la casa” Y concluye con una bendición a esta labor encomendada “Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras acciones” que Glorifique a Dios Padre. Es decir, se trata de la llegada del Reino.
Jesús está hablando de trabajar para expandir los valores de Dios a todos los aspectos de la vida.
Por un lado vivir de acuerdo con las bienaventuranzas puede resultarnos gozoso, si está en nuestra mano podemos gozar de hacer que se cumpla el reino, mostrar misericordia, promover la paz, trabajar por la justicia pero cuando hay que expandir los valores de Dios a todos los aspectos de la vida exige mayor sacrificio porqué a veces no está en nuestra mano y tenemos que llegar a un nivel de sacrificio basado en la humildad y la sumisión a Dios que puede llevar a uno a un choque muy fuerte con los valores preponderantes de la sociedad y puede terminar uno expulsado de la sociedad.
De manera que es muy importante en este sentido tejer redes de apoyo entre los cristianos para poder llevar a cabo operaciones de mayor rango. En este sentido la iglesia ha desarrollado órdenes religiosas y misiones donde personas entregadas han realizado esta sumisión a Dios.
En este sentido en nuestra congregación hay otros miembros que sí han realizado esta vocación y tienen ese brillo de sal y luz. Yo personalmente hago lo que está en mi mano. Ser sal y luz es vivificar la obra de Cristo, es algo que está en el sentido de lo que haces y cómo lo haces, aunque una persona sola no puede solucionar los problemas del mundo si puede vivificar la obra de Cristo o al menos tratar de no ensombrecerla porque a veces si no nos fijamos bien, si no percibimos bien quien es quien podemos acabar ensombreciéndola, cuando criticamos o cuando creemos algo equivocadamente.
Así que yo en primer lugar quiero dar gracias a los miembros de la congregación por los esclarecimientos que ofrecen a través de estas reflexiones y de la posibilidad de ser lectores pues domingo tras domingo obtengo un esclarecimiento que por circunstancias personales o de facultades no me había sido fácil.
Aquí quiero señalar también el sueño de san Juan Bosco, que ha sido esta pasada semana, que vio que todo el mundo no era capaz de obtener la misma comprensión de las cosas pues la comprensión de unos era la propia de un animal y, la de otros, la de otros animales, pero san Juan Bosco entendió que si actuaba con paciencia y de forma correcta podría enseñarles. Así que san Juan Bosco fue también sal y luz, aunque no lo haya conocido personalmente.
Oración de la semana:
Dios eterno,
cuyo Hijo fue entre la multitud
y trajo la curación con su toque:
ayúdanos a mostrar su amor
en tu Iglesia cuando nos reunimos,
y con nuestras vidas, que se transforman
a imagen de Cristo, nuestro Señor. Amén.