El Bautismo de Cristo

La Palabra de Dios

Mateo 3. 13-17

Por entonces viene Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo bautice. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra J. Carlos López

Jesús, el solidario

Me conmueve la extrema humildad de Jesús y su infinita actitud de servicio en este maravilloso pasaje de Mateo.  Es un texto corto y encierra uno de los momentos más importantes en la vida de Jesús: su bautismo.

El bautismo de Juan consistía en el rito de meterse en el agua y confesar, arrepentido, los pecados; Dios, en su infinita misericordia los perdonaba. Con el bautismo, los creyentes se comprometían a cambiar sus vidas: “dad el fruto que pide la conversión”

Imagen de una pipntura de Goya que representa el Bautismo de Cristo
Bautismo de Cristo

Cuando Jesús se presenta ante Juan, este queda impresionado por su humildad y tan contrariado que hasta intenta disuadirlo: “¿Y tú acudes a mí?”

Jesús nos impresiona con el hecho de hacerse bautizar, igualándose a los hombres: Él, el inocente ¿en la fila de los pecadores y sometido a un bautismo de penitencia?

“Déjalo así, es necesario que cumplamos toda justicia” -dijo Jesús-.

Con estas palabras Jesús se hace solidario con todos los pecadores y hace constatar que acepta la misión de salvar a los hombres cargando con sus pecados. Lo hace al modo que Dios quiere, por el camino de la cruz.

“Este es mi Hijo amado…”: con estas palabras, Dios declara que Jesús, el ungido, es el escogido para la misión que acaba de aceptar.

Dios nos revela que nuestras prácticas externas necesariamente tienen que estar acompañadas de una conversión y que nuestras grandes acciones tienen que contar con la fuerza de la cruz.

Bauticémonos cada día con la fuerza de la cruz, la solidaridad y la conversión profunda. Amén.


Oración de la semana:

Padre celestial,

en el Jordán revelaste a Jesús como tu Hijo:

que lo reconozcamos como nuestro Señor

y sepamos que somos tus hijos predilectos;

por Jesucristo, nuestro Salvador. Amén

Comparte