Día de Todos los Santos
Desde sus primeros días, la Iglesia ha reconocido como piedras fundamentales a aquellos héroes de la fe cuyas vidas han impulsado a otros a la santidad y ha supuesto una comunión entre la Iglesia en la tierra y la Iglesia en el cielo.
La celebración de la fiesta de Todos los Santos comenzó en el siglo IV. Al principio, se celebraba el domingo siguiente a la fiesta de Pentecostés, para vincular a los discípulos que recibieron el don del Espíritu Santo en Pentecostés, la fundación de la Iglesia, con los mártires que dieron su vida como testigos de la fe. En el siglo VIII, un Papa dedicó una capilla a Todos los Santos en San Pedro de Roma el 1 de noviembre. Al cabo de un siglo, este día se celebraba en Gran Bretaña e Irlanda como Día de Todos los Santos.
Evangelio según Mateo 5. 1-12
En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».
Evangelho segundo Mateus 5. 1-12
Naquele tempo, Vendo as multidões, Jesus subiu à montanha e sentou-se. Os discípulos aproximaram-se, e ele começou a ensinar: Felizes os pobres no espírito, porque deles é o Reino dos Céus. Felizes os que choram, porque serão consolados. Felizes os mansos, porque receberão a terra em herança. Felizes os que têm fome e sede da justiça, porque serão saciados. Felizes os misericordiosos, porque alcançarão misericórdia. Felizes os puros de coração, porque verão a Deus. Felizes os que promovem a paz, porque serão chamados filhos de Deus. Felizes os que são perseguidos por causa da justiça, porque deles é o Reino dos Céus. Felizes sois vós, quando vos injuriarem e perseguirem e, mentindo, disserem todo mal contra vós por causa de mim. Alegrai-vos e exultai, porque é grande a vossa recompensa nos céus. Pois foi deste modo que perseguiram os profetas que vieram antes de vós.