La Palabra de Dios

Tercer domingo de Adviento

Evangelio según Lucas 1. 39-45

Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

Pintura de La Visitación de la Virgen María a Su Prima Isabel



Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra el padre José Antonio J. Rojas

El Evangelio de san Lucas, sobre “La visitación de María a Isabel”: hay que decir que en tan pocos versículos se nos ofrecen muchos detalles curiosos, históricos, inclusive controvertidos para algunos que dudan de que fuese un hecho histórico. 

Todo comienza cuando María recibe el anuncio del ángel Gabriel, que le comunica su propio embarazo y que su hijo es el Salvador. Y además le manifiesta que su pariente Isabel, una anciana y estéril, se halla en su sexto mes de gestación. Y María parte inmediatamente de Nazaret a casa de Isabel.  

Es curioso porque el Ángel no le pidió a María que fuese a visitar a su pariente, pero ella por su propia iniciativa va a la casa de su prima. También es aparentemente curioso que cuando entra María en casa de Zacarías, no saludó a Zacarías sino únicamente a Isabel. 

Bueno, realmente no hay nada de especial que entre familiares se visiten, más cuando están en la misma situación de gestación. Y tampoco no es sorprendente que no saludase a Zacarías, podría ser por las ganas de María de ver a su prima, o simplemente porque a san Lucas solo le interesa manifestar el encuentro de las dos mujeres.  

Y es aquí, desde ese encuentro de dos mujeres embarazadas, desde donde deseo hacer mi meditación.  

Como os he dicho en el inicio, este breve relato tiene muchas connotaciones teológicas e históricas, me resultaría pesado y difícil exponer todos los argumentos en tan corto espacio. Es por ello que mi reflexión parte de una teología mística, con autorización del propio relato de San Lucas. 

Lo peculiar y especial de este encuentro son ellas, las dos mujeres, Isabel y María, una mujer mayor y una jovencita, en dos extremos biológicos de la vida, una con deseo, pero sin posibilidad física de concebir y otra sin planes de concebir. Pero Dios en el “aquí y ahora” de estas mujeres, se hace presente. 

Y desde ese momento ellas comparten el mayor secreto que pueda Dios comunicar, y que solo las mujeres saben acoger con tan extraordinaria y sorprendente naturalidad y además aceptan colaborar con los planes Divino de Salvación. 

Decía el Evangelio que Isabel escucha el saludo de María, y salto la criatura en su vientre, en señal de anuncio de que quien acaba de entrar en casa en el seno de María es nada menos que “el Señor”. Isabel es consciente de ello y así lo demuestra su reacción cuando lanza un grito diciendo: 

 “Bendita tú entre las mujeres”. 

Y se pregunta…. 

«¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?». 

La teología Mística nos dice que Isabel en ese momento está ejerciendo el oficio de su hijo, de “profeta y de precursor”. Para mi es una realidad evidente que fue esta mujer la primera en anunciar la llegada del Mesías, ella inaugura la misión de su propio hijo anunciando el señorío de Jesús.   Ella misma nos explica el por qué proclamó bendita a María:  

Porque “bendito (es) el fruto de tu vientre”.  

Es decir, porque lleva en sus entrañas al Señor, con esto, Isabel demuestra que ha comprendido bien el mensaje sobre el niño que espera María. 

 Aunque el relato se termina en el versículo 45, en los versículos siguientes hasta el 55, la otra protagonista, María, con su respuesta al saludo de su prima Isabel, es decir con el Magníficat, donde nos presentará a Dios humilde que colma de bienes a los hambrientos y a los ricos despide vacíos. 

Ilustración que representa a María proclamando el Magníficat

En definitiva, hermanos y hermanas, hoy se nos dice que, desde ese encuentro, Dios deja de enviarnos mensajeros para hacerse Él mismo mensaje y mensajero a la vez, y eso es gracias a dos mujeres.  Son ellas, las portadoras y portavoces del proyecto amoroso de Dios, y desde aquellas mujeres se volvió a estrenar el sueño trucado y fallido por el mal uso de la libertad del ser humano. 

Hoy, a igual que ayer, san Lucas nos dice que la mujer es colaboradora necesaria en el plan de Salvación de Dios. Y es por ello que, los cristianos que siguen sin ver esta realidad, simplemente les digo que acudan a graduar su coherencia de Fe. 

Gracias por vuestra atención. ¡Dios os bendiga! 


Oración para la semana

Dios eterno,
como María esperó el nacimiento de tu Hijo,
así nosotros esperamos su venida en la gloria;
haznos pasar por los dolores de parto de este tiempo
para ver, con ella, nuestra gran salvación
en Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Comparte