La Palabra de Dios
Quinto Domingo de Pascua
Evangelio según Juan, 13. 31-35
Cuando Judas salió, Jesús dijo: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él. Por lo tanto, Dios lo va a introducir en su propia Gloria, y lo glorificará muy pronto. Hijos míos, yo estaré con ustedes por muy poco tiempo. Me buscarán, y como ya dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: donde yo voy, ustedes no pueden venir. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos, en que se amen unos a otros».
Reflexión
Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra Jacob van Etten
El pasaje de hoy habla de caminos que se separan. El camino de Judas se separa del camino de los demás discípulos. El camino de Jesús también parte del camino de sus discípulos. Tanto Judas como Jesús se mueren en las pocas horas que siguen este momento, uno suicidándose en máxima vergüenza y soledad, el otro entregándose plenamente a la humanidad en la cruz. Qué contraste más grande.
La vida consiste en bifurcaciones, caminos que se separan. La bifurcación de este pasaje es tremenda, entre cielo e infierno… Pero reflexionando un poco, me doy cuenta que no es simplemente que Judas va al infierno y Jesús va al cielo.
Jesús dice a los discípulos “Donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Pero los discípulos si podían ir al cielo. Tal vez se refiere a la negación de Pedro, que diría unas horas más tarde que nunca ha conocido a Jesús. Los discípulos no pueden morir en la cruz, pero varios de ellos serían mártires. ¿De qué camino está hablando Jesús?
Tal vez Jesús se refirió a otra cosa. Según el credo, Jesús descendió hasta el infierno. Los antiguos iconos de la resurrección muestran a Jesús no saliendo de la tumba, sino del infierno.
Yo me imagino el infierno siempre un poco según el libro de C.S. Lewis, El Gran Divorcio. (Te recomiendo ese libro, si no lo has leído aún.) Es un libro de fantasía, que cuenta que el infierno y el cielo no son lugares apartes, pero los que viven en el infierno perciben el mismo lugar de una forma completamente distinta. En la fantasía de Lewis, los que han entrado al infierno, están encerrados en su amor propio. Pasan por el lugar, pero no dejan huella cuando caminan, se dan cuenta que son fantasmas. Los que han entrado al cielo, existen de verdad, son sólidos y reflejan una luz tremenda. Pero para entrar al cielo, sólo deben tener el deseo de entrar. A los fantasmas, les cuesta tremendamente dejar sus rencores y odios para abrirse al amor. El infierno se abre desde dentro.
Judas vivía en ese infierno, incluso en su vida. No sabemos mucho sobre su vida interior, pero termina en la nada: ni el dinero que ha recibido ni su propia vida tiene significado ya. Le daba igual vivir o morir. También Jesús irá a una muerte vergonzosa, pero no porque le da igual vivir o morir. Jesús es el primero que hace el camino al más profundo infierno y vuelve. Es como si fuera al infierno para ser el primero para abrirlo desde dentro. Para mostrar el camino hacia al amor. Solo Jesús pudo hacer eso como el primero, porque implica vencer la muerte misma.
Me imagino que Jesús también se refirió a algo así, cuando dijo “Donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Gracias a él, nuestro infierno se abre. Para eso, hay que seguir a Jesús, y eso es posible por ese vínculo de amor que tiene con sus discípulos, un vínculo que llega hasta nuestros tiempos en el testimonio de la iglesia. Es el vínculo con su amor que rompe el infierno desde dentro.
Oración para la semana
Cristo resucitado,
tus heridas declaran tu amor por el mundo
y la maravilla de tu vida resucitada
danos compasión y valor
para arriesgarnos por aquellos a quienes servimos
para gloria de Dios Padre.