VII Domingo de Pascua

La Palabra de Dios

Juan 17. 1-11

Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.» 


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra Jacob van Etten

Jesús pide a Dios Padre que lo «glorifique». Cuando seguimos leyendo el evangelio de Juan, nos daremos cuenta que esta oración de Jesús no trata de los momentos que a nosotros nos parecen gloriosos, como la Resurrección o la Ascensión. La glorificación es la Crucifixión… Esta oración de Jesús nos prepara para entender lo que pasa en la cruz, en Juan 19. 

Para Juan, la Crucifixión no es tanto un momento de muerte, sino de nacimiento. En la cruz Jesús dice que ahora el discipulo amado es el hijo de Maria. «Nace» de una nueva madre en una nueva familia, la iglesia. Hay una nueva unión entre las personas, gracias a la revelación del amor de Dios en Jesús. 

Pintura de Fra Angelico que representa a Jesuscristo siendo glorificado en la corte del cielo
Cristo glorificado en la corte del cielo, por Fra Angelico – National Gallery, Londres

Del costado de Jesús sale agua y sangre. Es un momento de nacimiento, de nueva vida. Para el evangelista, esta agua y esta sangre es el Signo más importante de toda la vida de Jesús, más importante que los milagros. Es el momento del Gran Nacimiento en que Dios da vida eterna al mundo. 

Vida eterna es conocer a Dios, explica nuestro pasaje. Es conocerlo personalmente, ser movidos por su entrega total, ser cautivados por su amor. Esto es vida y es eterna porque el amor es eterno, sobrepasa los límites de nuestros cuerpos. 

Que la glorificación sea algo que se reconoce en el momento más feo de la historia humana me da esperanza. Es una belleza que se deja ver justo en los momentos más terribles. Cuando el ser humano muestra su lado más feo, solo la bondad de Dios es lo que queda. 

El discípulo amado se dio cuenta del significado de esa agua y sangre. Que Dios nos abra los ojos para ver su bondad en los momentos difíciles de nuestras vidas.


Oración de colecta:

Señor resucitado y ascendido,

mientras nos alegramos de tu triunfo,

llena de poder y compasión a tu Iglesia en la tierra,

para que todos los alejados por el pecado

encuentren el perdón y conozcan tu paz,

para gloria de Dios Padre. Amén.

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