III Domingo tras Trinidad
La Palabra de Dios
Mateo 10. 24-39
Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo. Si al dueño de casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos. No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará…
Reflexión
Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra Francis Ortiz, guardián de San Jorge
El Evangelio de hoy nos muestra un aspecto inédito de Jesús. En este pasaje de Mateo Jesús amenaza y regaña. Aquí no se dedica a denunciar sólo a los fariseos sino también a los discípulos. Mateo, que escribió su Evangelio para los cristianos que provenían del judaísmo, muestra las claves de la cultura mosaica.
El maestro da instrucciones a sus discípulos y los envía a predicar a los judíos. A este pueblo tuvieron que limitar su actividad durante el período de predicación de Jesús. Luego de la resurrección fueron enviados a los gentiles. Se les hace predicar una paz mesiánica, pero habrá discusiones. Así se dice: “No he venido a traer la paz, sino espada”. Unos recibirán su mensaje, mientras que otros se van a oponer de manera violenta. Los que renuncien a sí mismos por Jesús son los que encontrarán la vida. En cambio, aquellos que se entreguen a vivir la buena vida perderán aquella.
¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados.
De las advertencias que envía Jesús a sus discípulos me estremece esta en especial: “Sino temed especialmente de aquel que puede destruir la vida y el cuerpo en la Gêhannâ”. Es en este horno de fuego de la Gehanna donde se destruyen nuestros cuerpos. No hay mayor amenaza que esta.
Por tanto, no debemos pasar por alto la dureza de las amenazas de Jesús. A veces para ser escuchados es necesario hablar con fuerza, dar un tirón de orejas y avisar de que vamos por el camino equivocado, el desviado. No debemos confundirnos con pasajes como este: “Pero quien haga negación conmigo delante de la gente, también yo haré negación con él ante mi padre del Cielo”. Los estudiosos de arameo colocan la palabra “kafuruta” en lugar de “negación”. ¿Qué quiso decir entonces Jesús? Quiero pensar que no fue tan duro como parece. Se trata más bien de hacer ocultamiento de las cosas. El que “niega” es aquí aquel que no da la cara, sino que se oculta a los demás. No ser leal, jugar con ventaja y no contar sinceramente con los demás, eso es hacer kafuruta. Y ahí Jesús es inflexible. ¡Qué ternura encierran sus palabras incluso airadas!
Hay aquí una enseñanza para los que quieran ver los Signos del maestro. Pues son los no creyentes, los llamados agnósticos, quienes hacen kafuruta con los demás. Se empeñan en ocultar y ofrecer la crueldad como norma de vida a los que ofrecemos al Señor nuestras semillas de bondad, de belleza y de Amor. Y lo diré claro: aquellos que niegan la solidaridad, la fraternidad de las criaturas de Dios, están negándose a sí mismos.
Gracias por vuestra atención. Amîn.
Oración de colecta:
Dios, nuestro salvador,
mira a este mundo herido
con piedad y con poder
aférranos a tus promesas de paz
ganada para nosotros por tu Hijo
nuestro Salvador Jesucristo. Amén.