La Palabra de Dios

Séptimo Domingo de Pascua

Evangelio según Juan, 17. 20-26

Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:

«Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste. Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos».

Icono que representa a Jesús orando


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra el padre Guillermo Gil

Esta semana se siguen cumpliendo las promesas y Jesús es llevado al Padre ante el asombro de sus discípulos.  El evangelio de hoy hace parte de la oración sacerdotal.  Hoy en esa oración Jesús pide por cada uno de los que van a creer en Jesús a través de la Palabra, de la predicación de sus apóstoles…palabra que lleva a la Unidad intima en una relación estrecha con la Trinidad.

Recordemos en estos días  las Palabras de Cristo “Ya no llamo siervos sino Amigos”  un salto a la amistad pues “el siervo no conoce los secretos de su amo” es el amigo a quien le ha confiado sus secretos.  Y el Mandamiento del Amor nos invita a vivir en la entrega y el servicio, a vivir en la fraternidad, en la Unidad.  Es en el Amor que nos identifican y nos reconocen como discípulos de Cristo.

De nada sirve no compartir los triunfos sin los amigos.  Llamamos a los amigos para celebrar unidos los mayores acontecimientos de nuestras vidas.  No solo los hacemos partícipes de nuestra alegría sino que queremos que vibren, salten de gozo por lo que nos está pasando.  Celebrar con el amigo es un llamado a unirnos en un solo sentir.  Aquí de la amistad con la divinidad estamos llamados a compartir la Victoria, el triunfo sobre la muerte, en un gozo especial de vivir la Pascua de la Resurrección, pues el Gran Amigo se entregó por nuestra redención, se entregó por sus amigos.   Compartir la Gloria en la Unidad Perfecta es vivir en el Amor Eterno.

De la entrega en un Sacrificio Perfecto, a la Unidad Perfecta y a Vivir en el Amor Trinitario.  La Gloria Eterna.

Y mientras tanto aquí en la tierra hemos optado por vivir la fraternidad en los valores del evangelio de Cristo como decía Santa Teresa de Jesús: “El Amor perfecto tienes esa fuerza: que olvidamos nuestro contento para contentar a quienes amamos” y es a través del Espíritu Santo quien de la mano nos sigue enseñando sobre el Amor del Padre y el Hijo.  Es el amor el que nos conecta con el hermano y con la Divinidad y el que nos garantiza poder vivir esa promesa muy pronto del Gozo Eterno.

Pidamos en oración vivir como amigos los valores del evangelio, vivir en el amor y sobrellevar entre todos las dificultades y necesidades terrenales siempre de la mano y dirección del Espíritu del Resucitado.  Que el Espíritu Santo y nosotros… disfrutemos del Amor del Padre y el Hijo anticipadamente  antes de encontrarnos en la Gloria en la Eternidad.


Oración para la semana

Señor resucitado y ascendido,

mientras nos alegramos de tu triunfo,

llena de poder y compasión a tu Iglesia en la tierra

para que todos los alejados por el pecado

encuentren el perdón y conozcan tu paz,

para gloria de Dios Padre. Amén.

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