Propio 17
Mateo 16. 21-28
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre en su reino».
Reflexión
Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra el padre Guillermo Gil.
Encontramos a Jesús decidido a cumplir la Voluntad de Dios. Sin embargo, Jesús comparte lo que ha de sufrir, su ejecución y el milagro de resucitar con sus amigos más queridos. Es entendible que uno como ser humano no quiere que nada le pase a sus seres queridos o aquellas personas que han sido muy cercanas. Pero, por encima de ello, hay un Bien Mayor. Y Pedro salta ante esa anunciada tragedia y tratar de persuadirlo. Que evite no solo el sufrimiento y la muerte, sino que se atraviesa para que no cumpla la Voluntad del Padre o sea el Plan de Salvación.
Los designios de Dios para el hombre muchas veces son incomprensibles. En estos días celebramos la fiesta de San Agustín, obispo de Hipona. Cuanto sufrimiento tuvo que pasar Santa Mónica para que su hijo se convirtiera. Y la frase de San Agustín “Tarde te ame” y este poema conecta con el evangelio de hoy.
¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí, y yo fuera,
y por fuera te buscaba, y deforme como era
me lanzaba sobre las cosas hermosas por Ti creadas.
Tú estabas conmigo,
y yo no estaba contigo.
Me retenían lejos de Ti todas las cosas,
aunque, si no estuviesen en Ti, nada serían.
¿Por qué desperdiciamos nuestra vida buscando los tesoros terrenales y no los tesoros del cielo? Jesús le apostó a la propuesta de Amor y Reconciliación que tenía el Padre para la humanidad.
¿Cuántas veces debemos alejarnos de las cosas de afuera? y no solo debemos apartarnos sino renunciar, somos expertos en dejarnos deslumbrar de lo externo y corremos hacia esas cosas pensando que allí estará la auténtica felicidad. Y en esa búsqueda sin sentido, descuidamos nuestra interioridad.
Vivimos proyectos de vida en contravía al Plan Divino y eso nos debe cuestionar pues no le estamos apostando a la Vida Eterna.
La presencia de Dios es permanente en nuestra vida y no la reconocemos y algunos la rechazan. Sin embargo, el insiste en amarnos y las pruebas no serán nunca fáciles, purificarán ese amor hacia Él. Es el apego a otras cosas, personas o situaciones que no nos dejan crecer espiritualmente o ir al encuentro con Dios. Y es allí donde el maligno se aprovecha para retenernos, para persuadirnos, para confundirnos, para tentarnos y apartarnos del Plan que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Algo que me llama la atención es que Jesús llama las cosas por su nombre y lo dice con autoridad “Apártate Satanás”. Fue realmente enérgico. Es necesario como Hijos de Dios con el Poder de Jesús y de su preciosísima Sangre nos empoderemos y rechacemos a quienes nos tienen otro tipo de propuestas que nos alejan del Plan Divino.
Apártate Satanás (familiares, amigos y otros)! que nos hacen desviar del servicio desinteresado a los demás. Apártate Satanás! Que haces que desvíe mi mirada hacia la Cruz. Apártate Satanás! Que me distraes de la oración, la eucaristía y la contemplación. Apártate Satanás! Que me propones lo exterior y me alejas de vivir la interioridad e intimidad con Dios.
En un segundo momento en el evangelio, Jesús nos invita a renunciar a tomar nuestra Cruz y seguirlo. Y es en ese caminar a vivir el sufrimiento, pero no en balde. Un sufrimiento que nos pone a prueba unidos a la pasión de Cristo.
Hace unos meses un feligrés se acercó a solicitar ayuda divina para una enfermedad que lo aquejaba. Antes de llegar, le pedí al Espíritu de Dios en oración encontrar las palabras más adecuadas para orientar su vida. En especial porque traía un cáncer muy agresivo que crecía en su pierna. Cuando llegó, le recibí, le escuche y lo invite a orar. Al final y antes de hacer la unción de los enfermos, ya tenía el mensaje. Tomé un clavo del cirio pascual y le dije: Con este clavo te unirás a la Pasión de Cristo… lo derretimos con aceite de caléndula, gualanday para aplicar como ungüento en cada una de las heridas. Durante los siguiente días sintió alivio. Buscó segundas opiniones de médicos, medicina alternativa pues le dijeron que tenían que quitarle la pierna. Hizo todo lo posible para que esto no ocurriera. Hasta que vencido por el dolor y consciente de optar por la vida decide que le hagan su amputación. Pero no sin antes de entregarse en las manos de Dios. Dejar que él actúe.
«Con este clavo te unirás a la Pasión de Cristo…»
No es nada fácil renunciar a una pierna para continuar con la vida. En medio de su dificultad no renegó de Dios, se agarró de su mano y no se soltó.
Soluciones externas, pero encontró la solución en su interior.
Días después me llamo para contarme que ya lo habían operado y que era un nuevo comienzo para su vida de la mano de Dios.
Hoy le damos gracias a Dios por la Vida…por esa segunda oportunidad. Porque la oración de la familia y la de los amigos le dio la fortaleza para continuar y retomar su proyecto de vida en su nueva condición.
En nuestro caminar por la Vida y al hacer acompañamiento a muchas personas hemos encontrado que se sufre mejor con Cristo. En medio de la enfermedad, en plena rehabilitación, en la cama, muchos han encontrado el llamado de Dios que reorienta su vida y lo enruta a la vida Eterna.
Hoy no vamos a decir “Tarde te Amé” por el contrario debemos decir “te encontré a tiempo para disfrutar de tu Amor cumpliendo Tú Voluntad y no mi voluntad o cumpliendo la voluntad de otros”.
Oración de colecta:
Dios todopoderoso,
tú nos buscas y nos conoces:
que confiemos en ti en la fuerza
y descansemos en ti en la debilidad
ahora y en todos nuestros días;
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.