La Palabra de Dios

Domingo de Pentecostés

Juan, 14. 8-17

Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros.


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión de la Palabra el padre Juan Carlos González

LA  VENIDA DEL ESPIRITU SANTO

Siempre recuerdo con una sonrisa las historias de mi viejo profesor de Sagrada Escritura en Israel. Era una de las personas mas eruditas que he conocido y era además muy brillante en el conocimiento de la Biblia y de las lenguas de la zona de Jesús. Hablaba 11 idiomas. Su nombre era Mariano Laguardia y era profesor del Bíblico de Jerusalén. Como buen navarro no le asustaba prácticamente nada, así que en la primera guerra árabe-israelí tuvo la ocurrencia de darse una vuelta por Jordania e intentar volver a entrar en la ciudad de David. La consecuencia fue su detención inmediata y los soldados al ver el apellido Laguardia lo identificaron con la familia judía del alcalde de Nueva York, otro Laguardia, que conocemos por dar nombre al aeropuerto local de la ciudad de los rascacielos.

Ilustración que representa la venida del Espíritu Santo

El se acordó de que para algo le tenía que servir el don de lenguas y en un perfecto árabe les empezó a contar su vida y a decirles que él no era de Nueva York si no de un pequeño pueblo de Navarra llamado Puentelarreina. Al final terminó entregado en la frontera entre abrazos con los de una parte y de otra. El decía que así se construía la paz.

Como era tan culto y versado en idiomas siempre le solía decir en clase que escuchar escuchaba pero, que no entendía nada. El siempre me decía que escuchar era una actitud y la comprensión un don.

Seguía relatando como muchos discípulos de Jesús nunca y eso que le veían y escuchaban en persona, repito, nunca entendieron nada.

Por eso vino el Espíritu Santo, para dar la comprensión a todos los creyentes. Esto siempre producía muchos comentarios sobre las locuras pentecostales y el don de lenguas. El en su sabiduría siempre decía, dejaros de historia, el Espíritu hizo posible la comprensión, pues ya eran de muchas lenguas y países los que lo recibieron.

Lo importante decía es que la gracia que se invoco sobre mí pidiendo el Espíritu Santo fue la que me salvo la vida y pude contribuir a la Paz.

Este es el Espíritu sopla, se derrama y en el mundo y a través de los siglos sentimos que nos acompaña en pequeñas y grandes cosas. Pidamos al Señor estar abiertos a su gran don, el del  Espíritu Santo.


Oración para la semana

Espíritu Santo, enviado por el Padre
enciende en nosotros tu fuego sagrado;
fortalece a tus hijos con el don de la fe
reaviva tu Iglesia con el soplo del amor,
y renueva la faz de la tierra,
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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