La Palabra de Dios

Marcos 1. 4-11

Se presentó Juan el Bautista en el desierto; decía a todos que debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. Todos los de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén salían a oírlo. Confesaban sus pecados, y Juan los bautizaba en el río Jordán. 

La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello, y se la sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero; y comía langostas y miel del monte. En su proclamación decía: «Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua; pero él los bautizará con el Espíritu Santo.» 

Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, que está en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. En el momento de salir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y se oyó una voz del cielo, que decía: «Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido.» 


Reflexión

Hoy nos ofrece la reflexión del Evangelio, Francisco Ortiz, guardián de san Jorge

Con este comentario de hoy nos vamos navegando en un nuevo tiempo litúrgico. Dejamos atrás a los sabios magos de Oriente y encaramos el primer Domingo tras la epifanía.

Marcos nos ofrece su evangelio como un modo de estar preparados para la venida del Hijo. Sin embargo, en su tiempo la palabra evangelio no es todavía de uso literario, es más teológico. La acción que el Señor realiza en el Hijo es para la sanación de los hombres. Esta acción es una especie de nueva creación, una acción que sigue el plan ya ideado. Pero la acción debe ser eficaz y sólo es posible si el Hombre coopera, saliendo de sí hacia el encuentro de la Luz. A esto se refiere el texto de Marcos cuando habla de que acudían los habitantes de Judea y Jerusalén a Juan el Bautista, el profeta, cuya acción está simbolizada en su comida (saltamontes, miel) y su vestimenta (vestido de pelo de camello) proféticos. El Bautista es el guía del camino iniciático, mientras que Jesús como consumador viene detrás. El es quien abre los caminos.

Pintura de Goya que representa el Bautismo de Cristo

“Yo os bautizo con agua pero El os bautizará en el Espíritu”, dice el versículo 8º. Así es, la presencia de la Realidad en nuestro mundo es descrita como la apertura del cielo; sólo de esta manera puede el Señor hacerse presente en nosotros. Es Jesús aquel en quien el Padre ha manifestado su poder. También sucede con la venida del Espíritu, esa fuente emanadora de la Gracia.

Luego de ser bautizado el Hijo del Hombre, se oye una voz desde los cielos que dice: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”. Hela aquí la plenitud de la Gracia, ya Jesús nacido en Belén, y renacido a orillas del río Jordán. SALVE.


La Colecta:

Padre celestial, que en el bautismo de Jesús en el Río Jordán, le proclamaste tu Hijo amado y le ungiste con el Espíritu Santo: Concede que todos los que son bautizados en su Nombre, guarden el pacto que han hecho, y valerosamente le confiesen como Señor y Salvador; quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, en gloria eterna. Amén.

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