Propio 18
Evangelio según Marcos 7. 31-37
En aquel tiempo, Jesús se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan que imponga la mano sobre él. Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: “¡Ábrete!”. Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Evangelho segundo Marcos 7. 31-37
Naquele tempo, Jesus deixou de novo a região de Tiro, passou por Sidônia e continuou até o mar da Galiléia, atravessando a região da Decápole. Trouxeram-lhe, então, um homem que era surdo e mal podia falar, e pediram que impusesse as mãos sobre ele. Levando-o à parte, longe da multidão, Jesus pôs os dedos nos seus ouvidos, cuspiu, e com a saliva tocou-lhe a língua. Olhando para o céu, suspirou e disse: «Efatá!» (que quer dizer: Abre-te). Imediatamente, os ouvidos do homem se abriram, sua língua soltou-se e ele começou a falar corretamente. Jesus recomendou, com insistência, que não contassem o ocorrido para ninguém. Contudo, quanto mais ele insistia, mais eles o anunciavam. Cheios de grande admiração, diziam: «Tudo ele tem feito bem. Faz os surdos ouvirem e os mudos falarem».
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Reflexión
Hoy el Evangelio nos ofrece una perspectiva profunda sobre cómo podemos vivir nuestra fe de manera más auténtica y coherente con el perfil de Cristo.
Se nos narra el milagro de Jesús al sanar a un hombre sordo y con dificultad para hablar.
Este acto no solo demuestra el poder divino de Jesús, sino que también nos enseña sobre la importancia de escuchar y comunicarnos con Dios y con nuestros hermanos y hermanas.
En nuestro día a día, es fácil quedar atrapados en el ruido y las distracciones del mundo, lo que puede dificultar nuestra capacidad para escuchar a Dios y a los demás.
Por ello, con este pasaje nos invita a abrir nuestros corazones y nuestros oídos, para ser más receptivos a la voz de Dios y a las necesidades de quienes nos rodean.
Y además, indirectamente, se nos recuerda la importancia de crear espacios de escucha y diálogo, donde todos y todas se puedan sentirse acogidos y valorados.
Y para ello se nos exige ser sensibles a las emociones y experiencias de las personas, para poder acompañarlos de la manera más efectiva en su camino de fe.
Este pasaje nos desafía a ser instrumentos de sanación y reconciliación en el mundo.
Al igual que Jesús, estamos llamados a abrir los oídos y los corazones de aquellos que están cerrados al mensaje del Evangelio, utilizando nuestras palabras y acciones para transmitir amor, esperanza y compasión.
El Evangelio nos ofrece valiosas lecciones sobre la importancia de la escucha activa y la comunicación efectiva en nuestra relación con Dios y con los demás.
El Evangelio nos invita a reflexionar sobre cómo podemos ser más abiertos y receptivos en nuestra vida diaria, para ser verdaderos discípulos de Cristo en el mundo.
Gracias por vuestra atención Dios nos bendiga.
Rvdo. P. José Antonio J. Rojas
Colecta
Señor Dios, defiende a tu Iglesia de toda falsa enseñanza y da a tu pueblo el conocimiento de tu verdad, para que podamos gozar de la vida eterna en Jesucristo nuestro Señor. Amén.