Clara de Asís, (1194 – 1253)
Abadesa y fundadora de las Clarisas. Profundamente influenciada por San Francisco de Asís, Clara se negó a casarse, como deseaban sus padres, y huyó a la Capilla de la Porciúncula debajo de Asís.
El 18 de marzo de 1212, Francisco recibió sus votos y así comenzó la Segunda Orden de San Francisco.
Muchos se unieron a Clara, incluida su madre y su hermana Santa Inés de Asís, y pronto las Clarisas se alojaron en la iglesia y el convento de San Damián, cerca de Asís. Clara se convirtió en abadesa allí en 1216. Su gran preocupación era obtener una regla que reflejara el espíritu de Francisco para reemplazar la regla benedictina que el cardenal Ugolino (más tarde Papa Gregorio IX) había adaptado para su orden. Dos días antes de su muerte, el Papa Inocencio IV aprobó su regla definitiva.
Además de su “privilegio de pobreza perfecta”, que prohibía la posesión de bienes incluso por parte de la comunidad, la orden de Clara se destaca por su objetivo apostólico: consideraba su vida de oración penitencial una fuerza vitalizadora espiritual para la iglesia y la sociedad.
Esta opinión fue compartida por los papas y por los agradecidos ciudadanos de Asís, quienes atribuyeron a Clara el haber salvado dos veces a su ciudad de la destrucción.
En la primera ocasión, Clara hizo que el capellán del convento elevara la Hostia en la ventana del refectorio, ante lo cual los aliados moros del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II, que estaban asaltando las paredes, retrocedió.
En la segunda ocasión, cuando una fuerza mayor encabezada por el general Vitale d’Aversa sitió Asís, Clara y sus monjas oraron fervientemente por los asisios y una gran tormenta dispersó a los atacantes. Ella fue acreditada con otros milagros en la vida y después de la muerte.
BENDICIÓN
1En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
2El Señor os bendiga y os guarde. 3Os muestre su faz y tenga misericordia de vosotras. 4Vuelva su rostro a vosotras y os dé la paz, a vosotras, hermanas e hijas mías, 5y a todas las otras que han de venir y permanecer en vuestra comunidad, y a todas las demás, tanto presentes como futuras, que perseveren hasta el fin en todos los otros monasterios de Damas Pobres.
6Yo, Clara, sierva de Cristo, plantita de nuestro muy bienaventurado padre san Francisco, hermana y madre vuestra y de las demás hermanas pobres, aunque indigna, 7ruego a nuestro Señor Jesucristo, por su misericordia y por la intercesión de su santísima Madre santa María, y del bienaventurado Miguel arcángel y de todos los santos ángeles de Dios, de nuestro bienaventurado padre Francisco y de todos los santos y santas, 8que el mismo Padre celestial os dé y os confirme ésta su santísima bendición en el cielo y en la tierra: 9en la tierra, multiplicándoos en su gracia y en sus virtudes entre sus siervos y siervas en su Iglesia militante; 10y en el cielo, exaltándoos y glorificándoos en la Iglesia triunfante entre sus santos y santas.
11Os bendigo en vida mía y después de mi muerte, como puedo y más de lo que puedo, con todas las bendiciones 12con las que el Padre de las misericordias ha bendecido y bendecirá a sus hijos e hijas en el cielo y en la tierra, 13y con las que el padre y la madre espiritual ha bendecido y bendecirá a sus hijos e hijas espirituales. Amén.
14Sed siempre amantes de Dios y de vuestras almas y de todas vuestras hermanas, 15y sed siempre solícitas en observar lo que habéis prometido al Señor.
16El Señor esté siempre con vosotras, y ojalá que vosotras estéis siempre con Él. Amén.
Clara de Asís