Vicente, mártir.

Primer mártir hispano. Nació en Huesca (la «Osca» de los romanos) a mediados del siglo III; fue hijo de padres cristianos. Su madre se llamaba Enola (que, según algunos, era hermana del mártir Lorenzo) y su padre Eutiquio (quien ostentaba el título de cónsul). Cursó estudios y comenzó su actividad apostólica en Zaragoza (antigua y romana Caesaraugusta).

La vida de Vicente se extinguiría en enero del 304 en la ciudad de Valencia (la romana Valentia). Su fiesta se celebra es la misma fecha y es el mártir más antiguo conocido de Hispania.

Además de ser patrón de la ciudad de Huesca, lo es de Valencia y Portugal. Estudió la carrera eclesiástica en Zaragoza, al lado del obispo Valero. «Nuestro Vicente«, señalará Prudencio, reservando esta gloria para Zaragoza, la ciudad de España que tuvo más mártires.

San Valero, que tenía poca facilidad de expresión, le nombró Arcediano o primer Diácono, para suplirle en la sagrada cátedra Con apenas 22 años ya era diácono del obispo de Zaragoza Valero, Valerio o, Valerius en latín, de la diócesis de Caesaraugusta. El nombre de Vicente significa «Vencedor en el combate de la fe«.

Estamos a principios del siglo IV, en la décima y más cruel persecución contra la Iglesia, decretada por Diocleciano y aplicada en España por Daciano. Las cárceles, que estaban reservadas antes para los delincuentes comunes, pronto se llenaron de obispos, presbíteros y diáconos, escribe Eusebio de Cesarea.

Pintura que representa a San Vicente de Zaragoza

Era la táctica seguida fielmente por Daciano. El emperador romano Diocleciano (284-305), envió a Hispania al prefecto (gobernador) de la Cartaginense, Daciano con las órdenes de reprimir a los cristianos. según un edicto por el cual todos los habitantes del imperio deben adorar al emperador como si de un Dios se tratara.

Ante la negativa de Vicente y Valero de adorar al emperador Daciano se los lleva arrestados a la colonia romana de «Valentia» (Valencia), ya que no se atrevía a juzgarlos en Zaragoza por la gran simpatía que suscitaban ambos.

Valentia por aquel entonces era una ciudad todavía poco o nada cristianizada. En el juicio el obispo Valerio que tenia dificultad en el habla (quizás fuera tartamudo) encargó a Vicente que hablara por ambos. Durante el mismo Valerio es desterrado, mientras que a Vicente lo someten a tortura para provocar su apostasía (potro, garfios, tenazas y fuego).

Vicente fue colocado en una cruz en aspa y torturado en el potro, (potro de tortura en el que se descoyuntaba al condenado), le azotaron, le abrieron las carnes con uñas de garfios de acero. Luego fue desollado y colocado en una parrilla en ascuas. Más tarde arrojado a una lóbrega prisión, a una celda llena de vidrios rotos, donde falleció.

Tirado a un muladar (basurero) fue defendido por un cuervo, por lo que Daciano ordenó que fuera arrojado al mar en el interior de un odre y con una piedra de molino, pero milagrosamente fue devuelto a la orilla en una playa cercana a Portus Sucronis (actual Cullera), donde una mujer llamada Jónica (Ionicia) lo escondió hasta que en el año 313 Constantino el Grande promulgó el Edicto de Milán, pudiendo recibir entonces sepultura en una pequeña iglesia situada en las afueras de Valencia que recibirá el nombre de Vicente de la Roqueta.

Sobre el lugar donde según la tradición las olas del mar devolvieron el cuerpo de san Vicente a tierra, se levanta una ermita conocida con el nombre de Ermita de San Lorenzo. La reliquia se encuentra en la Capilla de la Resurrección situada detrás del Altar Mayor.

El camino que realizó San Vicente Mártir desde Zaragoza (Caesaraugusta) pasa por Cariñena, Daroca, Forcall, Morella, Traiguera, donde enlaza con la Via Augusta hacia Sagunto y Valencia y se supone que se realizó a finales de diciembre del 303 o primeros de enero del 304. En total entre 750 y 800 kilómetros hechos a pies en pleno invierno.

Daciano dijo:

Sacad de aquí al obispo, pues es justo que sufra la pena del destierro, por haber despreciado el edicto imperial. Mas a este rebelde hay que someterlo a más duros tormentos. Sujetadle al potro, y allí descoyuntadle los miembros y desgarradle todo el cuerpo. Que pase a la tortura de ley y recorra los más dolorosos tormentos y, si tanto tiempo dura su alma, por lo menos que se rinda su cuerpo entre los suplicios. Mientras viva no puede ése vencerme a mí

Bajado entonces Vicente del caballete, fue llevado por los verdugos al suplicio del fuego. Pero Vicente, con más pertinaz confesión que de principio seguía confesando a Cristo Señor. Por último es enviado a prisión, donde encuentra la muerte el 22 de Enero del 304.

frontal procedente de Santa María del Monte en Liesa y representa la vida de San Vicente de Zaragoza

Miniatura 1 Detención de San Vicente y San Valero. La guardia imperial detiene al obispo San Valero y a su diácono San Vicente, acusados de impiedad, es decir el culto a falsos dioses, y desobediencia al Emperador.

Miniatura 2 Los Santos, ante Daciano. Interrogatorio del obispo Valero por parte del prefecto Daciano, encargado de contener la expansión cristiana. Pero ante la escasa facilidad de palabra del obispo Valero (era tartamudo), su diácono Vicente lleva el peso de las respuestas y lejos de retractarse de su fe se afirma contundentemente en ella ante el prefecto.

Miniatura 3 San Valero, desterrado, a otra ciudad. La osadía de Vicente hace que sean encarcelados. No obstante, el obispo Valero es enviado al exilio, mientras que a Vicente se le reserva el martirio sin paliativos.

Miniatura 4 Flagelación de San Vicente. En la tarea de «ablandamiento» del mártir, se le aplica una sesión de latigazos, aunque en la leyenda oficial esta escena debería ser la 5ª, y la del potro la 4ª. Cuenta Santiago de la Vorágine en la Leyenda Dorada que el Santo recibió todos los tormentos con impasibilidad, lo cual enfureció hasta tal punto a Daciano, que él mismo se puso a fustigar a los verdugos para que incrementaran el castigo.

Miniatura 5 San Vicente atado al ecúleo. San Vicente es sometido en el potro o ecúleo al tormento de descoyuntar sus miembros. Este era, normalmente, el primero de los tormentos a los que eran sometidos los reos, en este caso es el segundo.

Miniatura 6 El cuerpo desgarrado de San Vicente es sembrado de sal. Cuenta la Leyenda Dorada que San Vicente sufrió un martirio similar a San Lorenzo (en lo que parece rasgo distintivo de los santos oscenses) consistente en ser colocado en un parrilla sobre un vivo fuego, mientras se le aplican tormentos suplementarios como el esparcir sal sobre su cuerpo o rasgarle sus carnes con herramientas incandescentes. Como podemos apreciar Vicente es reconfortado desde el Cielo y, a pesar de la dureza de tormento, no morirá. Ante el hecho, Daciano decide cambiar de estrategia y manda encarcelarlo en una lóbrega celda inmovilizando sus pies con el cepo de madera.

Miniatura 7 San Vicente en su lecho de muerte. La celda no solo no consigue quebrar la entereza del Santo sino que incluso parece mejorar su estado. Daciano, en un último esfuerzo, concibe la estrategia de agasajarlo y cuidarlo hasta que Vicente se acostumbre para, a continuación, reanudar la tortura. Por tanto lo hace depositar en una cómoda y rica cama y prodigarle los cuidados que necesite. Paradojas de la vida, el Santo, en lugar de sanar muere, cuando parecía todo a su favor.

8 El cuerpo de San Vicente es expuesto a las fieras. Pletórico de rabia por su derrota, Daciano ordena que el cadáver sea expuesto en un descampado para que desaparezca esparcidos sus restos y devorados por las alimañas. Pero ángeles de Cielo velaron el cadáver para que tal cosa no ocurriera, incluso un cuervo cooperó en tal menester ahuyentando a aves de rapiña y fieras.

Miniatura 9 El cuerpo del Santo es arrojado al mar. Conocedor Daciano de estos hechos ordenó que el cuerpo del Santo fuera atado a un bloque de piedra y arrojado al mar.

Detalle del frontal de Santa María de Liesa donde el cuerpo de Vicente es arrojado al mar

Miniatura 10 Recogida de los restos del Santo en Lisboa. La Leyenda Dorada relata como, antes de que la nave que lo echó al agua, regresara a puerto, los restos de San Vicente eran empujados a la orilla y recogidos por una comitiva encabezada por un obispo y otros cristianos avisados sobrenaturalmente por el Santo.

Miniatura 11 Tañen las campanas en Lisboa. Se puede apreciar el júbilo de la ciudad de Lisboa (Lisibona) ante la llegada de los restos del Santo, algo que debió ocurrir en plena Edad Media y fue consecuencia de la ocupación musulmana de la Hispania visigoda y en concreto de la ciudad de Valencia donde, al parecer, estaban depositados sus restos.

Miniatura 12 Funeral cristiano de San Vicente. San Vicente, amortajado, recibe el funeral cristiano.

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