La Anunciación a María

El testimonio escritural “llama a todos los creyentes, en toda generación, a llamar “bendita” a María»; esta mujer judía de origen humilde, una hija de Israel que vivía la esperanza de justicia para los pobres, a quien Dios ha bendecido y escogido para ser la madre virgen de Su Hijo, abrazada en el Espíritu Santo.

« Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel 
a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José,
de la casa de David; el nombre de la virgen era María. »

Hemos de bendecirla como “doncella del Señor”, la que dio su consentimiento confiado a la plenitud del plan salvífico de Dios, como la madre que guarda todas las cosas en su corazón, como la refugiada que busca asilo en una tierra extraña, como la madre desgarrada por el sufrimiento de su propio hijo, y como la mujer cuyo cuidado Jesús confió a sus amigos.

Estamos unidos con ella y con los apóstoles en su oración por el derramamiento del Espíritu sobre la iglesia naciente, la familia escatológica de Cristo. Y aún podríamos vislumbrar en ella el destino final del Pueblo de Dios en compartir la victoria de su hijo sobre los poderes del mal y de la muerte”.

Cuadro de La Anunciación de Fra Angélico

María está presente en las “tradiciones antiguas comunes”, o sea, en los primeros Concilios de la Iglesia, que son autoritativos para ambas iglesias, y en los escritos de los “Padres de la Iglesia”, teólogos de los primeros siglos del cristianismo.

Se destaca la importancia central de la comprensión de la Iglesia de los primeros años sobre María como Theotokos, es decir, la Madre de Dios, la Palabra encarnada, la “portadora de Dios”.

El crecimiento de las devociones a María durante la Edad Media y las controversias teológicas de la época, mostrando “cómo algunos excesos en devociones del final de la Edad Media, y las reacciones de los Reformadores en su contra, contribuyó a la ruptura de la comunión entre nuestras iglesias”.

Pero la Iglesia Anglicana siempre muestra la importancia de ver a María como inseparablemente vinculada a Cristo y a la Iglesia.


Colecta

Te suplicamos, oh Señor,

derrama tu gracia en nuestros corazones,

que como hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo por el mensaje de un ángel,

así por su cruz y pasión

podemos ser llevados a la gloria de su resurrección;

a través de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor,

que está vivo y reina contigo,

en la unidad del Espíritu Santo,

un solo Dios, ahora y para siempre.

 

 

 

Vitral que representa a María

Después de la comunión

Dios altísimo,

cuya sierva llevó el Verbo hecho carne:

te damos gracias por estar en este sacramento de nuestra redención

nos visitas con tu Espíritu Santo

y eclipsarnos por tu poder;

fortalecernos para caminar con María el camino gozoso de la obediencia

y así producir los frutos de la santidad;

a través de Jesucristo nuestro Señor.

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