Carlos I, rey y mártir.
Hijo de Jacobo I, se convirtió en el rey de Gran Bretaña en 1625. Fue un devoto anglicano (miembro de la Iglesia de Inglaterra) y ayudó a los pobres y los necesitados. Sin embargo, también creía que los reyes debían poder gobernar a su gusto, sin que nadie les dijera lo que tenían que hacer. Esta actitud indignó a los británicos nobles, que se volvieron contra él. Su gobierno dio origen a la guerra civil inglesa.
Carlos nació el 19 de noviembre del 1600, en el palacio de Dunfermline, Fife, en Escocia. Pasó parte de su infancia en Escocia incluso después de que su padre se convirtiera en el rey de Inglaterra en 1603. En 1625 su padre murió, y Carlos se convirtió en el rey.
Al igual que su padre, Carlos estaba en conflicto con el Parlamento. Muchos de los desacuerdos eran por la religión. El rey Enrique VIII había dado comienzo a la Iglesia de Inglaterra casi cien años antes cuando se apartó de la Iglesia católica romana. Cuando Carlos I se convirtió en rey, muchos rituales y ceremonias católicas se seguían utilizando en Inglaterra. Un grupo de protestantes extremistas, conocidos como los puritanos, quiso reformar la Iglesia de Inglaterra y eliminar todas las tradiciones católicas. Pero la esposa del rey, Enriqueta María de Francia, era católica, por lo que el rey no quería desterrar el catolicismo de su reino. Muchos miembros del Parlamento eran puritanos, y estos hombres poderosos comenzaron a sentirse ofendidos por la tolerancia religiosa de Carlos.
Había también otros problemas. El rey solicitaba continuamente al Parlamento que le otorgara dinero para financiar sus guerras y su lujoso estilo de vida. Al Parlamento esto no le gustaba, y muchos de sus miembros se negaron a otorgarle más dinero. Carlos se puso furioso. Disolvió el Parlamento y durante 11 años, desde 1629, gobernó el país sin ningún parlamento en absoluto. A este período se lo conoce como el reinado personal de Carlos.
Durante ese período, el rey impuso a sus súbditos el pago de elevados impuestos. Esto era ilegal y muy impopular entre la población. Cuando Carlos vio que aun así no podía recaudar suficiente dinero, se dio cuenta de que iba a tener que convocar nuevamente al Parlamento. El Parlamento se reunió en 1640. Se lo conoce como el Parlamento corto porque Carlos lo disolvió después de solo tres semanas. Se indignó cuando se negaron a atender sus demandas de dinero. Tampoco quería oír las quejas que tenían sobre él.
Más tarde ese mismo año, Carlos volvió a convocar al Parlamento una vez más. A este se le llamó posteriormente el Parlamento largo, porque duró dos años. Durante este tiempo, Carlos dijo que no volvería a disolver el Parlamento, a menos que sus miembros estuviesen de acuerdo con ello. También convino en que, en el futuro, no podrían pasar más de tres años entre Parlamentos.
En 1642, Carlos volvió a contrariar al Parlamento una vez más. Había trabajado con ellos durante dos años, pero seguía pensando que algunos miembros del Parlamento se estaban haciendo demasiado poderosos.
En enero de 1642, entró por la fuerza a la Cámara de los Comunes e intentó arrestar a cinco miembros del Parlamento acusándolos de traición. Sin embargo, estos hombres habían sido avisados de lo que el rey que iba a hacer y, para cuando Carlos llegó, ya habían huido.
El rey no tenía permitido entrar a la Cámara de los Comunes. Carlos se dio cuenta de que al hacerlo por la fuerza había hecho muchos más enemigos. Abandonó Londres y en agosto de 1642, en Nottingham, convocó a sus leales súbditos para que lo apoyaran en una guerra contra el Parlamento.
Los dos bandos de la guerra civil se conocieron como los Roundheads (“cabezas redondas”, en inglés) y los Cavaliers. Los Roundheads eran los partidarios del Parlamento. (Se les llamaba así porque se cortaban muy corto el cabello). Los Cavaliers apoyaban al rey. Después de varios años de combate, Carlos huyó a Escocia, pero los escoceses lo entregaron a Oliver Cromwell, el soldado más importante de los Roundheads, en el año 1646.
Carlos fue acusado de alta traición “contra el reino de Inglaterra”. Se negó a defender su postura diciendo que, como él era rey, ninguna corte del territorio podía enjuiciarlo. Fue condenado a muerte. El 30 de enero de 1649, fue decapitado en un cadalso frente a la Banqueting House (palacio de fiestas y banquetes) en el palacio de Whitehall, Londres. Durante los 11 años siguientes Gran Bretaña fue una república, o un país sin un monarca.