07-13 de enero, semana del Bautismo de Jesús
En los evangelios sinópticos, el bautismo de Jesús marca tanto su comienzo como Mesías servidor, así como el principio de la nueva época del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el gestor de un nuevo comienzo. El cielo abierto, la paloma que descendía y la voz celestial que lo confirmaba ponen de relieve la importancia reveladora fundamental del bautismo. Jesús fue ungido por el Espíritu de Dios como el Mesías y el siervo del Señor descrito con siglos de anticipación por el profeta Isaías.
“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”.
Isaías 11:1-2
Esto nos indica la importancia del Espíritu Santo en la vida de sus escogidos. Jesús nuestro modelo no inicio su ministerio sin el respaldo del Espíritu Santo ya que se había despojado de su divinidad y había tomado forma de hombre para enseñarnos la manera de pelear en contra del mal (“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”, Zacarías 4:6).
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”.
Filipenses 2:5-6
De la misma manera la iglesia de hoy debe reconocer el papel importante del Espíritu Santo en su vida y en su obra misionera.
“Nos encontramos en la era del Espíritu Santo. Nunca vamos a tener éxito en el ministerio si no reconocemos su obra”.
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”.
Mateo 3. 13-15
Tanto Marcos como Lucas nos dan un recuento más abreviado del bautismo de Jesús y eso deja abierta la posibilidad de diversas interpretaciones falsas. Muchos piensan que la razón por la cual Jesús se bautizo es porque era un pecador arrepentido, sin embargo, eso es falso, ya que en Él no se hayo pecado.
Juan Crisóstomo lo dijo de la siguiente manera:
“Porque el bautismo de Juan era de arrepentimiento, y llevaba consigo la confesión de las culpas, para que no hubiese alguien que creyese que Cristo había venido a bautizarse por esta causa, el Bautista dijo al que venía: Yo debo ser bautizado por ti, y ¿tú vienes a mí?”.
Otros hay llegado a creer que el hecho que Jesús acudiera a Juan el Bautista para ser bautizado lo hacía inferior, pero esto también es un error. Algunos creen que fue en el momento del bautismo que Jesús se convirtió en el Hijo de Dios.
Otra teoría al respecto está basada en un documento apócrifo llamado El Evangelio según los Hebreos en el cual se nos dice que Jesús accedió a Bautizarse por insistencia de su madre y hermanos: “He aquí que la Madre del Señor y sus hermanos Le dijeron: «Juan el Bautista está bautizando para la remisión de los pecados; vayamos a ser bautizados por él.» Pero Él les dijo: «¿Qué pecado he cometido Yo para tener que ir a que Me bautice? Salvo, tal vez, que esto que acabo de decir sea ignorancia.”
Sin embargo, no podríamos asegurar que así fue ya que este escrito no es inspirado. Lo cierto es que Juan reconoció la superioridad de Jesús y la necesidad que él tenía del Mesías al decir:
“Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”.
Juan el Bautista estaba convencido de que él era el que necesitaba recibir de parte de Jesús el bautismo y no al contrario. Sin embargo, pese al pensamiento de Juan, Jesús sabía que era necesario que esto aconteciera de esta manera: “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”. Veamos algunas razones por las cuales Jesús se bautizó:
Habían pasado 30 años donde Jesús había pasado en el completo anonimato (“Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años”, Lucas 3:23). Jesús estaba consciente de su misión en esta tierra y espero pacientemente el momento adecuado para iniciarla y cuando finalmente Juan el Bautista hace su aparición, Jesús sabía que su momento había llegado.
Hasta la aparición de Juan el Bautista era imposible ver a un judío bautizarse, esta práctica era exclusiva para los prosélitos que se sabía que eran pecadores idolatras que se arrepentían de sus pecados, pero no para un judío hijo de Abraham, sin embargo Jesús rompe con esta creencia haciéndoles ver que también los judíos necesitan arrepentirse de sus pecados.
Ese era el mismísimo momento que Jesús había estado esperando. El pueblo era consciente de su pecado y de su necesidad de Dios como nunca antes. Esta era su oportunidad; y en su bautismo se identificó con todas las personas que había venido a salvar, en el momento del nuevo despertar de su conciencia y de su búsqueda de Dios.
Para darnos el ejemplo en todo, tal y como lo comenta Agustín de Hipona:
“Quiso bautizarse, además, porque quiso hacer lo que nos manda hacer, para que como buen maestro no sólo nos enseñase con su doctrina, sino también con su ejemplo”.
De igual manera Jesús confirmo el ministerio de Juan al recibir el bautismo.
A través del bautismo el Padre confirmo el ministerio de su Hijo amado.
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.
Mateo 3. 16-17
Lo que ocurrió después de su bautismo confirman el ministerio de Jesús. El Espíritu Santo se posó sobre Jesús, no para vencer al pecado, del cual estaba libre, sino con el fin de prepararlo para su obra mesiánica, tal y como descendía el Espíritu de Dios sobre sus ungidos en el Antiguo Testamento ya que Jesús se había despojado de sus poderes divinos haciéndose hombre.
Las palabras “como una paloma” pueden significar que se apareció en la forma física de una paloma, o que descendió como lo hace una paloma. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús para confirmar a Jesús como el Mesías y no a Juan el Bautista. En esta parte de la Escritura se puede ver al mismo tiempo la Trinidad divina actuando al mismo tiempo: El Hijo bautizándose, el Espíritu Santo en forma de paloma y el Padre exhortando a su Hijo amado desde el cielo.
“El misterio de la Santísima Trinidad se demuestra en el bautismo. Jesucristo (el Hijo), es bautizado, el Espíritu Santo baja en forma de paloma y se oye la voz del Padre, dando testimonio del Hijo”.
San Jerónimo
La voz que oyó Jesús en su bautismo es de suprema importancia. “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”, dijo la voz que provenía de los cielos. La frase está formada por dos citas: “Este es Mi Hijo amado” es una cita del Salmo 2. 7 (“Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú.”).
Todos los judíos creían que ese Salmo era una descripción del Mesías, el poderoso Rey que había de venir de Dios. “En Quien Mi alma tiene complacencia” se encuentra en Isaías 42. 1
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.”
que es una descripción del Siervo Doliente, una descripción que culmina en Isaías 53.Estas palabras del Padre deben haber fortalecido mucho a Jesús al comienzo de su ministerio terrenal así como son una evidencia para aquellos judíos que la oyeron de que Jesús era verdaderamente el Mesías descrito en los profetas y Salmos.