La Palabra de Dios
Marcos 9. 2-9
Seis días después, Jesús se fue a un cerro alto llevándose solamente a Pedro, a Santiago y a Juan. Allí, delante de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su ropa se volvió brillante y más blanca de lo que nadie podría dejarla por mucho que la lavara. Y vieron a Elías y a Moisés, que estaban conversando con Jesús. Pedro le dijo a Jesús: —Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Es que los discípulos estaban asustados, y Pedro no sabía qué decir. En esto, apareció una nube y se posó sobre ellos. Y de la nube salió una voz, que dijo: «Éste es mi Hijo amado: escúchenlo.» Al momento, cuando miraron alrededor, ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.
Mientras bajaban del cerro, Jesús les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado.
Marcos 9. 2-9
Seis dias depois, Jesus tomou consigo Pedro, Tiago e João e fê-los subir, a sós, a um alto monte. Transfigurou-se, então, diante deles: as suas vestes tornaram-se resplandecentes, tão brancas que nenhum lavadeiro sobre a terra as poderia assim branquear. Apareceu-lhes, então, Elias com Moisés; estavam a conversar com Jesus.
Em resposta, Pedro disse a Jesus: «Rabi, que bom é nós estarmos aqui! Façamos três tendas: uma para ti, uma para Moisés e uma para Elias». Na verdade, não sabia o que havia de responder, pois estavam com muito medo. Surgiu, então, uma nuvem que os cobriu de sombra, e da nuvem surgiu uma voz: «Este é o meu Filho amado: escutai-o!».Mas de repente, olhando em redor, já não viram ninguém, a não ser Jesus, sozinho com eles. E, enquanto eles desciam do monte, admoestou-os para que não contassem a ninguém o que tinham visto, senão quando o Filho do Homem ressuscitasse dos mortos.
Reflexión
Hoy nos ofrece la reflexión del Evangelio el padre José A. Rojas
Según el calendario litúrgico estamos en el último domingo después de epifanía, y la liturgia de la palabra nos ofrece hoy el Evangelio de Marcos 9. 2-9.
Al margen de sus connotaciones teológicas e históricas que tiene este acontecimiento que hoy nos recuerda el Evangelio, lo intentaré resumir a modo de reflexión.
Es curioso que san Marcos y san Mateo sitúan lo que aconteció “seis días después” y san Lucas ocho días, después de que Pedro confesara que Jesús era el Cristo.
Pero todos los Evangelistas nos manifiestan que estamos en uno de los episodios clave en la vida de Jesús, y para ello se llevó a los discípulos más íntimos, y mientras están rezando, la apariencia de Jesús cambió, sus vestiduras se volvieron de una “blancura fulgurante”.
Su ropa se volvió brillante y más blanca de lo que nadie podría dejarla por mucho que la lavara. Y vieron a Elías y a Moisés, que estaban conversando con Jesús.
Por lo bien que se encontraron en aquel lugar, probablemente aquellos discípulos experimentaron un anticipo de la gloria, aunque realmente fueron conscientes de lo que allí estaba pasando, es decir se percataron de esa experiencia después de la Resurrección: fue entonces cuando comprendieron y testificaron que Jesús es el fundamento de la fe y de la vida.
En definitiva, en este acontecimiento, Jesús muestra su verdadero rostro, transfigurado por la luz de Dios, y de ello son testigos grandes personajes, como Moisés y Elías.
Y una vez más, Dios dará testimonio de su Hijo y les dijo y nos sigue diciendo hoy también a nosotros: «Éste es mi Hijo amado: ¡escúchenlo!».
Ojalá creamos fuertemente y así radiar la Luz de Cristo para proclamar la Alegría del Evangelio.
Gracias por vuestra atención.
La Colecta:
Oh Dios, que antes de la pasión de tu unigénito Hijo, revelaste su gloria en el monte santo: Concédenos que, al contemplar por fe la luz de su rostro, seamos fortalecidos para llevar nuestra cruz y ser transformados a su imagen de gloria en gloria; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.