Mensaje de Navidad del Arzobispo de Canterbury a la Comunión Anglicana

Me siento privilegiado de poder desearles una Navidad llena de gozo y un 2022 lleno de esperanza.

En toda la Comunión Anglicana estamos enfrentándonos a enormes desafíos. Excepto por las tragedias de guerra, este es el momento mundial de mayor tensión al que hayamos hecho frente desde que se creó la Comunión.

Muchas partes de la Comunión ya conocen lo que es el sufrimiento. Inundaciones, guerras, guerras civiles, corrupción, sufrimiento, enfermedad, pandemias, malaria, sarampión, cólera, tifoidea, pobreza, opresión, persecución… Estas siguen siendo realidades de la vida.

Pero todavía podemos encontrar la alegría, porque ese es al mundo al que vino Jesucristo.

En todo el mundo, la Comunión está topándose con estas necesidades. No podemos hacerlo todo, pero podemos hacer todo para lo que Dios nos da recursos. Sé de un lugar en medio de una guerra civil en el que, a pesar de todo, está funcionando una clínica para la COVID. Sé de una provincia, donde hay un terrorismo atroz, que está fortaleciendo sus comunidades. Sé de lugares que están levantando la voz contra la injusticia diciendo “esto debe parar”. Sé de lugares que están dando la bienvenida a refugiados y desplazados internos.

La Comunión Anglicana está llamada a cumplir las Cinco Marcas de la Misión: proclamar, enseñar, responder, transformar y atesorar el mundo en el que vivimos. Somos la Iglesia de Dios para el Mundo de Dios, como lo dice justamente la Lambeth Conference. Esa es la misión de Dios para nosotros y podemos dar gracias en Navidad por que personas de todo el mundo están llevando a cabo esa misión.

Y los desafíos que Dios nos ha llamado a enfrentar son en verdad enormes. En la conferencia sobre el clima COP26 en Glasgow, Escocia, en noviembre, vi los problemas a los que las personas hacen frente en todo el mundo y que nos llaman a reconocer que a menos que ataquemos al cambio climático, éste es una amenaza para cada uno de nosotros.

Como cristianos, nos enfrentamos a este desafío porque es el mundo de Dios lo que queremos cuidar y preservar. Es la iglesia de Dios quien debe cuidar de los refugiados y hacer frente al problema de la guerra, que empeorará si el cambio climático se propaga sin control alrededor del mundo en la siguiente generación. Necesitamos orar por ello, hablar de ello y ser parte de la transformación. Trabajemos juntos por ello.

Pero también miramos el futuro con esperanza, no solo para los desafíos, sino también en el hecho de que en el 2022 nos reuniremos físicamente y en línea. Nos reuniremos y celebraremos que pertenecemos unos a otros con todas nuestras diferencias. Vendrán obispos/as y sus cónyuges de todo el mundo para orar, aprender, pensar y reiterar su compromiso con predicar que la esperanza se encuentra únicamente en Jesucristo.

Reafirmaremos nuestro compromiso para enseñarles a las personas cómo crecer en el amor y el conocimiento de Cristo; a tener una nueva visión de la manera en que, con los cambios en la ciencia y en el clima y de muchas maneras, nos ocupamos de los que lo necesitan; a hablar acerca de cómo podemos transformar estructuras injustas en la sociedad y traer reconciliación a lugares de conflicto,  y a hacer campaña para atesorar la tierra en la que vivimos.

He aprendido mucho acerca de la Comunión Anglicana en los casi nueve años que he sido arzobispo de Canterbury. No soy un papa. Somos una hermandad; una Comunión. Hermanas y hermanos en Cristo, de todas las edades y culturas. Dios nos ha unido. Permanezcamos juntos para hacer la labor de Dios juntos y para estar juntos en los cielos a través de la salvación que él nos ofrece.

Una vez más, que Dios les conceda la gracia de Cristo esta Navidad y la esperanza de Cristo el año entrante.

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